Para mayo está anunciado el estreno de Caos calmo, la película escrita y protagonizada por Nanni Moretti, dirigida Antonello Grimaldi, que ha encendido la ira de los obispos italianos por una escena de alto voltaje sexual. Basada en la novela homónima de Sandro Veronesi, editada en España por Anagama, la escena en cuestión es parte del libro, un éxito de venta en Italia, que obtuvo el prestigioso premio Strega. Nada, pues, que no se esperara. Aunque la película trata de un padre en crisis por la muerte de su esposa a través de la relación con su hija, el “padre” Nicolo Anselmi, encargado de los asuntos de juventud del Vaticano, sólo ha visto sexo y ha apelado a la objeción de conciencia de los actores para que no se sometan a semejantes escenas. No deja de ser sorprendente que la Iglesia, cuando se ocupa de la vida pública, limite el ejercicio de su poder espiritual a la vida biológica, mientras que las guerras y las injusticias se las despacha con vagas declaraciones genéricas, tal y como hemos visto en la reciente visita del Papa a Estados Unidos.
De Moretti nos hemos quedado sin ver en los cines españoles Il caimano, su última película como director, y quizá la más provocadora y ambiciosa de cuantas ha realizado el cineasta italiano. Es una historia de amor, un homenaje al cine y una reflexión política, todo ello estrechamente imbricado con su característico estilo libre en estado de gracia. Quizá sea la película que mejor refleja la Italia de hoy, donde el recién electo Primer Ministro, además, tiene un papel principal. Aunque su sombra planee por toda la película, los protagonistas son un productor de serie “B” (Silvio Orlando) y una joven directora (Jasmine Trinca) sin experiencia ni poder alguno, los únicos que, según Moretti, podrían hoy hacer una película sobre Berlusconi, “un proyecto impensable actualmente en Italia”. Ningún actor ni director ilustres estarían dispuesto a hacerla, ni ninguna televisión a financiarla. Por ello no es tanto una película sobre Berlusconi como sobre la imposibilidad de hacer una película sobre Berlusconi, como ha señalado Jonás Trueba.
Moretti, activista político del movimiento de los "girotondi", desconfía sin embargo de la pertinencia de un cine político “tout court”, como alguna vez lo hizo el cine italiano, aunque ello no es óbice para que brinde un cariñoso homenaje a Giuliano Montaldo, el director de Sacco y Vanzetti, modelo de artesano sabio y apasionado del cine, que también tiene papel en la película: como empleado de la desfalleciente factoría de serie B, rescatado in extremis para hacer una película sobre la vuelta a las Américas de un Cristóbal Colón interpretado por el desertor del papel de Berlusconi, un autoparódico Michele Placido. Al final el propio Moretti en un golpe de genio a lo Jerry Lewis accede a travestirse de Berlusconi para cerrar su película en una clave alegórica que también recuerda a Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha de Elio Petri: “su” Berlusconi lanza un órdago contra la Magistratura que le ha condenado. Los jueces son agredidos por los simpatizantes del político mientras éste se aleja tranquilamente en su coche del descabalado escenario político que ha dejado a su paso. La sentencia no se hará firme, la cosa continuará, se nos sugiere, y así se ha confirmado con la nueva elección del capo, que así podrá seguir haciendo las leyes que legitimen su impunidad.
Moretti reprocha a la izquierda institucional italiana que acepte sin rechistar la aventura política de alguien que es dueño de la mitad de los canales de televisión, de los diarios y las radios, y que tiene intereses económicos en todos los sectores industriales. “Lo que no entiende esta izquierda es que no es banal recordar esto, lo que es banal es la realidad italiana”, denuncia Moretti, que se resiste a aceptar como normal que un hombre que es dueño de medio país sea también el jefe de gobierno. El progresismo de hoy consiste en transigir en aras de la “gobernabilidad”, porque se da por hecho el primado del derecho y la economía sobre la política, escribe a propósito el filósofo de la política Giorgio Agamben. La izquierda oficial rehuye todo conflicto social para dejar que las cosas se produzcan y luego poder orientarlas en la dirección oportuna. Por este camino “las guerras se convierten en operaciones de policía, la voluntad popular en un sondeo de opinión y las elecciones políticas en una cuestión de management, cuyos modelos de referencia son la casa y la empresa, y no la ciudad”. J. Vidal Beneyto define este ocaso de la Polis o Res Publica como “el ciclo de la absoluta privatización de la política, mediante la absoluta politización de lo privado”. Berlusconi “il caimano” es el máximo exponente europeo de esta nueva forma de concebir la política.
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