domingo, 18 de marzo de 2007

INVISIBLES


Se ha estrenado en los cines Invisibles, una película colectiva que intenta dar voz y rostro a las víctimas olvidadas de tres conflictos armados encubiertos y dos enfermedades silenciadas por el llamado Primer Mundo.

Isabel Coixet sigue la vida cotidiana de una inmigrante boliviana en España, madre de una niña muerta por el chagas, una enfermedad infecciosa que se transmite a través de la picadura de un chinche que habita en el adobe de las chabolas y que afecta a 18 millones de personas en Latinoamérica. Mariano Barroso, en su episodio sobre el la enfermedad del sueño, apunta directamente a la responsabilidad de la industria farmacéutica en la muerte negligente de decenas de miles de personas afectadas cada año por esta enfermedad en la República Centroafricana, porque la investigación para desarrollar el medicamento que puede paliar sus efectos no les es rentable.


La cámara de Wim Wenders recoge el testimonio de las miles de mujeres que sufren violencia sexual en la República Democrática del Congo, donde los rebeldes Mai Mai luchan contra el ejército. Fernando León escucha a los niños del norte de Uganda que cada noche caminan hacia la ciudad para dormir en un refugio y evitar así que los rebeldes les secuestren y conviertan en niños soldados. Javier Corcuera retrata a una comunidad de miles de desplazados que regresa a sus tierras asoladas por los paramilitares, la guerrilla y el ejército colombianos.

La película es una producción del actor Javier Bardem, con la colaboración de Médicos Sin Fronteras, que pretende reclamar ayuda y protección para las poblaciones pobres del Tercer Mundo condenadas a la exclusión, la miseria, la violencia y la enfermedad. Su enfoque mayoritariamente humanitario resulta limitado. Como nos recuerda Giorgio Agamben, “miseria y exclusión no son sólo conceptos económicos o sociales, sino categorías eminentemente políticas”, algo que sólo se deja entrever en los episodios de Mariano Barroso y Javier Corcuera.

En su obra capital Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida (ed. Pre-Textos), el filosofo Agamben sostiene que vivimos la fase extrema de la escisión entre los derechos del hombre y los derechos del ciudadano, entre lo humanitario y lo político, en una oscilación que hace indistinguibles biología y política. Un ejemplo de ello serían las intervenciones militares que se plantean la alimentación de las poblaciones o el control de las epidemias. “Somos ciudadanos en cuyo cuerpo natural está puesta en entredicho su propia vida política”, apunta.


La película Invisibles, quizás condicionada por el estatuto propio de Médicos sin Fronteras en cuanto organización de carácter únicamente humanitario, apenas puede proponer más allá de una serie de imágenes emblemáticas, lacerantes y conmovedoras de la “vida nuda” en nuestro tiempo. En buena medida la serie de relatos que la componen no hacen más que reproducir el aislamiento de la vida biológica –forma secularizada de la “nuda vida” o “vida sagrada”– sobre el que se funda el poder soberano, revelando así, como señala Agamben, la íntima conexión que estas organizaciones guardan, muy a su pesar, con las fuerzas estatales que intentan contrarrestar.

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