jueves, 8 de marzo de 2007

LA MUERTE DEL CINE

La muerte del cine no es el enésimo ejercicio de nostalgia a propósito de unas sombras que se mueven y que contemplamos, o contemplábamos, de una determinada manera. Es una polémica reflexión sobre el futuro de la imagen en movimiento escrita por Paolo Cherchi Usai, director del National Film and Sound Archive of Australia. Su origen está en unas notas metodológicas tituladas Une Image Modele que el autor presentó a la revista de teoría de cine Hors Cadre en otoño de 1986, cuando se asistía a un resurgimiento internacional de la cultura y la práctica de la preservación de películas. Revisadas y reescritas a lo largo de más de una década, las notas dieron lugar a un sugestivo ensayo que en España ha publicado la editorial Laertes.

Paolo Cherchi Usai parte de la base de que la imagen en movimiento se deshará tarde o temprano, dado que su destrucción es inherente a las características físico-químicas del soporte en que es producida y exhibida. Aunque nació del propósito de convertir en objeto todo lo que puede olvidarse, resulta que está condenada a desaparecer. Ya sabemos que no va a durar tanto como las pirámides de Egipto, ni siquiera como la Capilla Sixtina, pero aún no podemos evaluar lo que significará su pérdida. Por esta razón el autor subraya que es su misma destrucción la que hace posible la historia del cine: “el cine es el arte de destruir las imágenes en movimiento”, proclama con su escritura aforística.

La digitalización no resuelve los problemas de preservación e implica una calidad de percepción distinta. Paolo Cherchi Usai la considera una “herramienta poderosa y potencialmente devastadora” que viene a remodelar nuestra herencia cultural hasta hacerla irreconocible. En contra de la creencia común, sostiene que la revolución digital, a pesar de sus efectos virtualmente benéficos en nuestra sociedad, “no avanza en la dirección de la democracia”, por lo que debemos llegar a arreglos con su “código genético inherentemente autoritario” si queremos preservar y desarrollar un sentido de la historia de la imagen en movimiento desde el supuesto –el autor no lo da por sentado– de que sigamos observando la historia como un ingrediente necesario de la civilización.

“¿Por qué producimos tantas imágenes que se mueven y hablan? ¿Por qué intentamos preservarlas? ¿Qué creemos que hacemos si las presentamos como reproducciones primigenias de nuestra herencia visual? ¿Por qué nuestra cultura es tan entusiasta aceptando los discutibles beneficios de la tecnología digital como vehículo para un nuevo sentido de la historia?”. Paolo Cherchi Usai convierte estas preguntas en inquietantes interrogantes en torno al concepto de perdurabilidad, su potencial y sus limitaciones. La preservación de las imágenes en movimiento quizá sea un esfuerzo costoso, vano a la postre, pero necesario, sostiene el autor. Su restauración y conservación puede ser útil para interpretar el sentido de su pérdida en beneficio de las generaciones futuras, pero no tendrá sentido, concluye, si no se salvaguarda a su vez el derecho a verlas, porque, ante todo, “ver es un arte en sí mismo”.

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