Hubo un tiempo en que las películas eran abandonadas o destruidas después de su explotación comercial. Luego unos visionarios comenzaron a promover por su cuenta y riesgo su preservación y almacenamiento, y se convirtieron en tesoros culturales. Se crearon las filmotecas como lugares de abrigo y estudio, para luchar contra el deterioro y la desaparición de las películas. Después el desarrollo de nuevas ventanas y soportes electrónicos para el almacenamiento, la circulación y explotación comercial de las imágenes originaron un complejo tinglado jurídico de derechos de autor, derechos morales y propiedad de copyright que doblegaron su consumo público al servicio exclusivo del poder económico. Hoy, en la llamada sociedad de la información, la economía es el motor de la cultura, y no al revés.
Frente a la utopía de una cinemateca global electrónica que supondría el eterno retorno de la historia de las imágenes en movimiento, nos encontramos cada vez más ante el panorama desolador de las películas huérfanas. Huérfanas porque nadie quiere verlas y por tanto ningún distribuidor las hace accesibles mediante pago. Quizá porque no tuvieron fama en su momento, aunque aquella fama que no obtuvo quizá no signifique nada más pronto que tarde. Pero no hay tiempo de volver sobre ellas, si no suponen un rápido ejercicio económico están condenadas a desaparecer. Nadie está dispuesto a soportar el coste de su preservación. Si guardaban algún tesoro oculto que sus contemporáneos no supieron ver, se lo llevarán consigo para siempre.
Hay películas que han quedado huérfanas debido a la confusa situación legal creada con el tiempo en torno a sus diversas modalidades propiedad. Derechos que se han ido repartiendo y evaporando hasta perderse su pista, películas sin valor monetario porque no hay nadie que acredite su propiedad, por lo que quedan marginadas del consumo público. Muchas de ellas hoy sobreviven como un estertor electrónico, en la forma de una señal deficiente en La Red. A veces se transforman en otra cosa, por ejemplo en un remake. La cesión de los derechos de autor de Aquel maldito tren blindado, dirigida por Enzo G. Castellari en el no tan lejano año de 1967, le ha bastado a Quentin Tarantino para hacer su propia versión de aquella película, de la que hoy ninguna productora acredita el copyright.
Ayer tuve ocasión de ver una película rescatada del limbo gracias a una televisión pública, la balear IB3. El programa “Illes de Cinema”, dedicado a las películas rodadas en las islas, ha localizado y restaurado, a partir de fragmentos de positivo y negativo de diversa procedencia, una película huérfana, Ley del mar, un melodrama rural realizado en 1950 en escenarios naturales de Mallorca. Su director, el veterano Miguel Iglesias Bonns (Barcelona, 1915), participará en el coloquio posterior a la película que modera Simón Andreu. Su vieja obra, hasta ayer olvidada y a punto de desaparecer, reaparece hoy como un tesoro cultural único de la memoria visual de la isla.
1 comentario:
Hola Sigfrid, ¿qué tal? Soy Mar Solana, una guionista valenciana que fue alumna tuya en los Másters de Guión de Cine y TV en la UIMP y también en un curso de documental que se hizo en la SGAE antes de que se estrenara tu peli "La bicicleta". ¿Recuerdas la idea de rodar un corto documental sobre el destruído Balneario de las Arenas de "El Cabanyal"?
En fin, te escribo porque recientemente gané una mención honorífica en el Premio Bancaja de Proyectos de Cortometraje. En dos meses ruedo y ya tengo a los tres actores principales (Alberto Jiménez, Marta Belaustegui y Roger Príncep, el niño de "El orfanato"), pero me encuentro ahora buscando a los actores secundarios. Desde siempre me ha gustado Sergi Calleja y sé que tú has trabajado con él. Imagino que trabaja y vive en Valencia. Me gustaría que, si lo tienes, me proporcionases un mail o un número de teléfono para poder contactar con él y proponerle la participación en el proyecto. Mi mail es soloparanoestarsolo@hotmail.com
Te doy las gracias de antemano y te deseo mucha suerte en todos tus proyectos.
Un saludo
MAR SOLANA
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